Cantar del Mio Cid
|
|
Pasajes del Cantar de Mío
Cid
|
|
Cantar del Destierro
|
El primero narra el paso del Cid por Burgos,
adonde han llegado órdenes del rey Alfonso de no dar asilo ni alimento a
Rodrigo (pasaje que inspiró, ya en el XIX, a Manuel Machado para componer su
poema "Castilla").
“De grado
le albergarían, pero ninguno lo osaba, que a Ruy Díaz de Vivar le tiene el
rey mucha saña. La noche pasada a Burgos llevaron una real carta con severas
prevenciones y fuertemente sellada mandando que a Mío Cid nadie le diese
posada, que si alguno se la da sepa lo que le esperaba: sus haberes perdería,
más los ojos de la cara, y además se perdería salvación de cuerpo y alma. Gran
dolor tienen en Burgos todas las gentes cristianas de Mío Cid se escondían:
no pueden decirle nada.”
El segundo nos narra la emotiva y triste despedida
del héroe de su mujer e hijas, a las que deja en el monasterio de San Pedro
de Cardeña. "¡Merced os pido, buen
Cid, noble barba tan crecida! Aquí ante vos me tenéis, Mío Cid, y a vuestras
hijas, de muy poca edad las dos y todavía tan niñas. Conmigo vienen también
las damas que nos servían. Bien veo, Campeador, que preparáis vuestra ida; tenemos
que separarnos estando los dos en vida. ¡Decidnos lo que hay que hacer, oh
Cid, por Santa María!"
Las dos
manos inclinaron el de la barba crecida, a sus dos niñitas coge, en sus
brazos las subía, al corazón se las llega, de tanto que las quería. Llanto le
asoma a los ojos y muy fuerte que suspira. "Es verdad, doña Jimena,
esposa honrada y bendita, tanto cariño os tengo como tengo al alma mía.
Tenemos
que separarnos, ya los veis, los dos en vida; a vos os toca quedaros, a mí me
toca la ida. ¡Quiera Dios y con Él quiera la Santa Virgen María que con estas
manos pueda aún casar nuestras hijas y que me puede ventura y algunos días de
vida para poderos servir, mujer honrada y bendita!"
|
|
Cantar de las Bodas
|
Se sitúa en el Cantar de las Bodas, con Valencia
ya reconquistada, insiste en la grandeza de las victorias de los hombres del
Cid... y del botín que con ellas recaudan.
“Mío Cid
Campeador hacia la puerta cabalga: cuando se ven asaltados los hombres que la
guardaban, mucho miedo que tuvieron, déjanla desamparada. De la ciudad por
las puertas ya el Campeador se entraba.
En la mano
Mío Cid desnuda lleva la espada y a quince mató, de moros que a su paso se
encontrara. A Castejón ha ganado con todo el oro y la plata. Ya cargados del
botín sus caballeros llegaban, déjanselo a Mío Cid, que no lo aprecian en
nada. Mientras iban los doscientos tres hombres de la vanguardia corriendo
tierras sin miedo y mucho las saqueaban.
Hasta
Alcalá se pasea la bandera de Minaya y desde allí dan la vuelta otra vez con
la ganancia por río Henares arriba y junto a Guadalajara. De la correría aquella
mucho botín se llevaban tanto ganado de ovejas, tanto ganado de vacas, tantas
ropas de valor, tantas riquezas sin tasa.”
Leeremos el famoso episodio del león, que marca
el inicio del rencor de los infantes hacia su suegro y sus hombres.
"Infanzones
y mesnadas, condes, oíd con atención el ruego que voy a hacer a Mío Cid
Campeador, que sea para su bien ojalá lo quiera Dios.
Vuestras
hijas, Cid, os pido, doña Elvira y doña Sol, para que casen con ellas los
infantes de Carrión. Me parece el casamiento honroso para los dos, los
infantes os las piden y les recomiendo yo.”
"Dios
os guarde, yernos míos, los infantes de Carrión, mis hijas en vuestros brazos
están, más blancas que el sol. Yo suspiro por batallas y vosotros por
Carrión. Quedáos aquí en Valencia, holgad a vuestro sabor,
que de
luchar con los moros ya entiendo bastante yo y a derrotarlos me atrevo con
merced del Creador."
|
|
Cantar de la Afrenta de
Corpes
|
Del Cantar de la Afrenta de Corpes, el pasaje en
que los infantes de Carrión maltratan brutalmente a Doña Elvira y Doña Sol.
“Las damas
mucho rogaron, más de nada les sirvió; empezaron a azotarlas los infantes de
Carrión, con las cinchas corredizas les pegan sin compasión, hiérenlas con
las espuelas donde sientan más dolor, y
les rasgan las camisas y las carnes a las dos, sobre las telas de seda limpia
la sangre asomó. Las hijas del Cid lo sienten en lo hondo del corazón. ¡Oh,
qué ventura tan grande si quisiera el Creador que asomase por allí Mío Cid
Campeador! Desfallecidas se quedan, tan fuertes los golpes son, los briales y
camisas mucha sangre los cubrió. Bien se hartaron de pegar los infantes de
Carrión, esforzándose por ver quién les pegaba mejor. Ya no podían hablar doña
Elvira y doña Sol.”
|
No hay comentarios.:
Publicar un comentario